La salvación se trabaja mano a mano con Dios
Si el hombre confía solamente en sí mismo, su caída es inevitable y estrepitosa. Confiemos, pues, solamente en el poder de Dios.
Dios quiere salvar nuestra alma, pero esta debe colaborar con Él. Si el alma no quiere trabajar de la mano con Dios, no se salvará. Si los hombres conocieran la grandeza del Cielo, darían todo para alcanzarlo. La Gracia de Dios es lo que nos sostiene; la arcilla no se deshace cuando lo que la mantiene unida es la Gracia. Pero si el hombre confía solamente en sí mismo, su caída es inevitable y estrepitosa. Confiemos, pues, solamente en el poder de Dios. Esta vida es como un mercado: todos negocian mercancías, transpiran, se afanan en ganar más. Cuando se cierran las tiendas, cada uno hace cuentas para ver cuánto ha ganado después de tanto esfuerzo.
(Traducido de: Părintele Efrem Athonitul, Despre credință și mântuire, tradusă de Cristian Spătărelu, Editura Bunavestire, Galați, 2003, p. 16)