Quienes creemos en la Madre del Señor, nos alegramos al saber de ella, nos alegramos porque la tenemos cerca de nosotros, porque es nuestro auxilio y nuestra protectora, porque es nuestra mediadora ante Dios, porque sabemos que ora por todos nosotros.

Todas las alegrías de nuestra fe, todas las alegrías cristianas, como la alegría en nuestro Señor Jesucristo, la alegría por la enseñanza que Él nos dejó, la alegría de saber que se sacrificó por nosotros, la alegría de pensar en Su segunda venida, la alegría por todo lo que sabemos de nuestro Señor Jesucristo, todas esas alegrías vienen por medio de la Madre del Señor.

La alegría de la Divina Liturgia que el Señor nos dejó, la alegría de la Santa Comunión con los Santos Misterios, con el Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo… todo ese júbilo nos viene por medio de la Santísima Madre del Señor.

(Traducido de: Arhimandritul Teofil Părăian, Maica Domnului, Raiul de taină al Ortodoxiei, Editura Eikon, Cluj-Napoca, 2003, p. 32)