Palabras de espiritualidad

La Santísima Virgen María trajo las más grandes alegrías al mundo

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Hemos sido enseñados a honrar en este mundo a la Madre del Señor. Y vivimos toda nuestra vida pensando en la Santísima Madre del Señor.

Todas las alegrías de nuestra fe, todas las alegrías cristianas: la alegría de nuestro Señor Jesucristo, la alegría de la enseñanza de nuestro Señor Jesucristo, la alegría de Su Sacrificio, la alegría de Su Resurrección, la alegría de Su Ascensión al Cielo, la alegría de pensar en Su Segunda Venida, la alegría de todo lo que sabemos de nuestro Señor Jesucristo, la alegría de la Divina Liturgia que Él nos dejó, la alegría de la Santa Comunión con los Santos Misterios, con el Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, todo eso, de alguna manera, viene a nosotros por medio de la Madre del Señor. Así pues, el solo nacimiento de la Madre del Señor anunció una gran alegría al mundo entero.

Nosotros honramos a la Madre del Señor. ¿Por qué la honramos, por qué la recordamos, por qué la glorificamos? La primera respuesta a esta pregunta es: “Porque así nos lo enseña nuestra Iglesia”. Así hemos sido enseñados. Hemos sido enseñados a honrar en este mundo a la Madre del Señor. Y vivimos toda nuestra vida pensando en la Santísima Madre del Señor.

(Traducido de: Arhimandritul Teofil Părăian, Maica Domnului – Raiul de taină al Ortodoxiei, Editura Eikon, 2003, p. 33)