La Señal de la Cruz nos protege
“Tenemos que admirarnos de la forma en que, por medio de la Señal de la venerable y vivificadora Cruz, se alejan los demonios y también algunas enfermedades, algo que nadie ni nada más podría lograr…”
Sin duda, este es un signo, una señal que recibimos desde hace dos mil años, por medio de la cual recibimos el gozo de la protección de Dios. Estamos hablando de la Señal de la Cruz. Dicho esto, aprendamos a persignarnos correctamente. Veamos qué dice San Pedro Damasceno: “Tenemos que admirarnos de la forma en que, por medio de la Señal de la venerable y vivificadora Cruz, se alejan los demonios y también algunas enfermedades, algo que nadie ni nada más podría lograr. ¿Y quién puede enumerar los bienes de la Cruz? Todo lo que la Señal de la Cruz representa para nosotros, nos lo enseñaron los Santos Padres, para poder oponernos a los incrédulos y los herejes.
Porque los dos dedos de una sola mano nos muestran a nuestro Señor Jesucristo Crucificado, conocido en dos naturalezas y una sola hipóstasis. La mano derecha nos recuerda Su infinito poder, y también el hecho de que está a la diestra del Padre. Descendiendo nuestra mano, recordamos Su descenso desde los Cielos, para hacerse uno de nosotros. Y, pasando de la derecha a la izquierda, nos libra de los enemigos y nos indica que con Su invencible poder nuestro Señor derrotó al demonio, quien está a la siniestra, oscuro y sin fuerzas” (Filocalia V). Digamos, entonces, como lo hiciera San Calínico de Cernica, antes de partir a la eternidad: “¡Santa Cruz, ayúdame!”.
(Traducido de: Preasfințitul Calinic Argatu, Episcop al Argeșului și Muscelului, Veșnicia de zi cu zi, Editura Curtea Veche, București, 2006, p. 20)