La Señal de la Cruz, una breve oración que heredamos de los primeros cristianos
El propósito de persignarnos es que todos creamos, con el corazón y el alma, en la Santísima y consustancial Trinidad, para dar testimonio con nuestro ejemplo y palabras, y así alcanzar la salvación.
Los Santos Apóstoles nos legaron, a todos los cristianos ortodoxos, la norma no escrita de marcarnos con la Señal de la Cruz, con los primeros tres dedos de la mano derecha, para que todos creamos, con el corazón y el alma, en la Santísima y consustancial Trinidad, para dar testimonio con nuestro ejemplo y palabras, y así alcanzar la salvación.
Luego, los Santos Apóstoles nos enseñaron que, uniendo los primeros tres dedos de nuestra mano diestra, podemos proclamar a la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, al Dios Único en tres hipóstasis, diciendo esto, mientras hacemos la Señal de la Cruz sobre nosotros: “En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo”, o “Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo”, o “Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros”, o “Santo, Santo, Santo es Dios Sebaot, llenos están cielos y tierra de Tu gloria”, y otras loas semejantes para exaltar y glorificar a la Santísima Trinidad.
(Traducido de: Sfântul Paisie de la Neamț, Cuvinte și scrisori duhovnicești, Editura Tipografia Centrală, Chișinău, 1998, p. 146)