La tesonera labor del cristiano
El cristiano necesita estar atento y esforzarse para llegar a comprender lo que se le enseña y apropiarse de ello verdaderamente. Entonces, sin extenuarse, llegará a conocer ese estado de ardiente conmoción interior, acompañado de las lágrimas.
Cuando amas a Cristo, tienes que esforzarte continuamente, pero es un denuedo bendecido. Sufres, pero con alegría. Haces postraciones, oras, porque son formas de añoranza, de una añoranza espiritual. Pero también hay dolor, y anhelo, y amor, y una esperanza fuerte, y felicidad, y alegría.
Las postraciones, las vigilias y el ayuno son esfuerzos, sacrificios que hacemos por Quien amamos. Vivir a Cristo implica dedicación, empeño. Pero es un esfuerzo que no se hace por necesidad, no es algo forzado. Todo lo que haces como una carga es, a la larga, perjudicial, tanto para tu ser como para tu propia labor. Lo que se hace a la fuerza siempre genera oposición. El esfuerzo por Cristo, la auténtica añoranza de Cristo es, en verdad, una oblación. Esto es lo que sentía David: “Mi alma suspira y desfallece por los atrios del Señor” (Salmos 83, 2). Mi alma anhela fervientemente y se derrite por el amor de Dios. Lo que dice David concuerda con una poesía de Veritis: “Al lado de Cristo he anhelado vivir, hasta el último instante, el de la salida del alma”.
El cristiano necesita estar atento y esforzarse para llegar a comprender lo que se le enseña y apropiarse de ello verdaderamente. Entonces, sin extenuarse, llegará a conocer ese estado de ardiente conmoción interior, acompañado de las lágrimas. Pero esto viene después; porque son dones de Dios.
¿El amor requiere esfuerzo? A través de la comprensión de los troparios, los cánones y las Escrituras, se puede alcanzar un verdadero deleite. “Has puesto alegría en mi corazón” (Salmos 4, 8), dice David. Así es como se entra en un estado de compunción interior, sin derramamiento de sangre.
(Traducido de: Ne vorbește părintele Porfirie – Viața și cuvintele, traducere din limba greacă de Ieromonah Evloghie Munteanu, Editura Egumenița, 2003, pp. 185-186)