Palabras de espiritualidad

La timidez no es una virtud

    • Foto: Florentina Mardari

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Y es que el tímido, envaneciéndose, se abandona a sus propias cualidades. Pero, al llegar el tiempo de los fracasos, cuando se da cuenta que no es nada y que no tiene ninguna fuerza, se perturba y se asombra.

Se equivocan quienes creen que la timidez es una virtud. No entienden que esta proviene de una arrogancia oculta y de la presunción, asentadas en la esperanza y la confianza en uno mismo y en nuestras propias capacidades. Y es que el tímido, envaneciéndose, se abandona a sus propias cualidades. Pero, al llegar el tiempo de los fracasos, cuando se da cuenta que no es nada y que no tiene ninguna fuerza, se perturba y se asombra, como si asistiera a algo desconocido, razón por la cual cae en el pánico y el pavor, viendo cómo se desvanecen los cimientos de su confianza y esperanza.

Sin embargo, nada de esto ocurre con el que es humilde. Este siempre pone su confianza y su esperanza solamente en Dios, sin contar con sí mismo. Por eso, cuando le toca atravesar algún problema, es posible que se inquiete y se entristezca, pero no se perturba ni se asombra. Y es que entiende que todo esto viene debido a su propia impotencia y debilidad. Y en esto es capaz de distinguir si tiene o no fe.

(Traducido de: Sfântul Cuvios Nicodim Aghioritul, Războiul nevăzut, Editura Bunavestire, Bacău, 1996, p. 22)

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