La trampa de los “matrimonios de prueba”
La vida mutilada de los padres asusta a los hijos, quienes, a su vez, buscan la manera de no repetir esa triste experiencia. Con este propósito, inventaron un esquema: “Lo intentaremos. Si funciona, si se prueba que nos amamos verdaderamente, que nos acoplamos bien, entonces vamos al Registro Civil o de una vez nos casamos, y después viviremos muchos años felices... de repente, hasta llegaremos a morir en el mismo día”.
Según lo que he observado, muchos jóvenes quisieran, en principio, tener una familia realmente buena, pero frente a sus ojos tienen tan sólo la experiencia de sus propios padres. Hay muchísimas familias rotas por el divorcio, muchísimas personas que se han vuelto a casar hasta dos veces, muchísimas mamás solas. La vida mutilada de los padres asusta a los hijos, quienes, a su vez, buscan la manera de no repetir esa triste experiencia. Con este propósito, inventaron un esquema: “Lo intentaremos. Si funciona, si se prueba que nos amamos verdaderamente, que nos acoplamos bien, entonces vamos al Registro Civil o de una vez nos casamos, y después viviremos muchos años felices... de repente, hasta llegaremos a morir en el mismo día”.
El defecto de este esquema es que, cuando la pareja comienza a vivir junta, su relación les pide mucha más confianza mutua que la relación entre padres e hijos pequeños. Todo el mundo sabe qué fuerte es, tanto física como moralmente, el contacto de los padres a los hijos, a quienes deben cuidar, bañar, atender cada suspiro y palabras... pero la relación conyugal es una más seria, en todos los sentidos, talvez porque de ésta proviene la misma procreación. Este es, ciertamente, un momento extremadamente serio, a partir del cual se producen muchísimas situaciones trágicas.
Así pues, desde mi punto de vista, si te entregas a alguien (porque en el amor ambos se sacrifican, ambos se dan al otro: es un acto recíproco), considerando que se trata sólo de una prueba y que la vida real comenzará después, te estás engañando profundamente. Esta relación es ya una conyugal, se convive ya como esposo y esposa. Y, en tu caso, lo peor de todo es que los dos se asustaron ya desde del comienzo. Se dieron cuenta, desde el inicio, que no son capaces de vivir juntos. Vivir como esposo y esposa, sin estar preparados para ello, es ignorar completamente lo que se está haciendo. (Vladimir Gurbolikov, periodista)
(Traducido de: Dmitrii Semenik, Dragostea adevărată: taina dragostei înainte și după căsătorie, traducere din limba rusă de Adrian Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, București, 2012, p. 84)