Las siguiente palabras del Anciano Porfirio, sobre la humildad, son realmente importantes:

“La obediencia lleva a la humildad, la humildad al discernimiento, el discernimiento a la intuición y la intuición a la lucidez. Sean humildes, pero no hablen mucho de la humildad, porque eso es una trampa del maligno para llevarnos a la desesperanza y a la inercia espiritual, en tanto que la verdadera humildad lleva a la esperanza y al cumplimiento de los mandamientos de Cristo. Para que una persona cambie, es necesario que la gracia de Dios venga sobre ella... y para que esa gracia venga, es necesario humillarse. Los cristianos deben evitar la religiosidad enfermiza, ese aire de superioridad por las virtudes que supuestamente tienen y ese otro complejo, de inferioridad, por culpa de los pecados cometidos. ¡Una cosa es el complejo de inferioridad y otra la humildad... una cosa es la melancolía y otra el arrepentimiento!''

(Traducido de: Părintele Dionysios Tatsis, Cuvintele Bătrânilor, Editura Renașterea, Cluj-Napoca, 2013, p. 64)