La vida en oración, la vida verdadera
“Seguir el camino del Señor” (Génesis 6, 9) es lo único que debe importarnos, y comprende tanto lo terrenal como lo celestial.
La oración tiene que darnos paz interior, un espacio de serenidad en medio de la tristeza. La oración es fuente de amor, contento, humildad. La oración, con todo lo que abarca como forma de reprocharnos nuestras faltas, tiene que convertirse en nuestra verdadera vida, la cual mantenemos solamente por amor a la oración. “Seguir el camino del Señor” (Génesis 6, 9) es lo único que debe importarnos, y comprende tanto lo terrenal como lo celestial. Para el hombre que lleva en su interior a Cristo no hay ni muerte ni enfermedad, ni nada en este mundo que le cause temor: ha entrado ya en la vida eterna y allí ha encontrado un resguardo absoluto.
(Traducido de: Tito Colliander, Calea Asceţilor, traducător Preot Dan Bădulescu, Editura Scara, Bucureşti, 2002, pp. 71-72)
