La vida espiritual no es estática ni sedentaria
Si el hombre deja de moverse hacia Dios, empieza a desintegrarse interiormente, lo cual es señal de su muerte espiritual.
En la vida espiritual, el movimiento debe ser dirigido primero hacia arriba, para alcanzar la perfecta semejanza con Dios.
Si el hombre deja de moverse hacia Dios, empieza a desintegrarse interiormente, lo cual es señal de su muerte espiritual. Por ejemplo, pensemos en el agua que fluye y se mueve constantemente: no tiene cómo oler mal, porque se halla en un flujo contiuno. Al contrario, el agua estancada fácilmente adquiere una hediondez característica.
La lucha en la vida espiritual es invisible, porque el espíritu que la libra es invisible también. Por eso, no debemos dirigirla en contra de nuestros semejantes, contra esas personas con las que, por algún malentendido, entablamos relaciones de enemistad, sino en contra de nuestras pasiones y de los demonios que están afuera de nosotros.
(Traducido de: Arhimandritul Serafim Alexiev, Viața duhovnicească a creștinului ortodox, traducere din limba bulgară de Valentin-Petre Lică, Editura Predania, București, 2010, p. 8)