Palabras de espiritualidad

La virtud del hombre piadoso

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Es Dios quien se apiada por medio suyo y, al pedir la misericordia de Dios, esta brota de su mismo corazón.

El corazón del hombre misericordioso está tan unido con Dios, Quien es todo misericordia, o con tanto fervor lleva a Dios en su interior, Quien es todo misericordia, que, apiadándose de otros, es Dios quien se apiada por medio suyo y, al pedir la misericordia de Dios, esta brota de su mismo corazón.

La misericordia de Dios, emanada a través del corazón del hombre, hacia otros, es dirigida, realmente, hacia sí mismo. Por su piedad, la piedad de Dios llega a otros y a sí mismo.

Al contrario, aquel que no tiene piedad en su corazón, tampoco tiene a Dios, Quien es miericordioso. Careciendo de su propia misericordia, carece también de la de Dios. Su crueldad es, pues, una insensatez, una insensibilidad, que se irradia también hacia los demás, y a él mismo lo va secando por dentro.

(Traducido de: Părintele Dumitru Stăniloae, nota 98 la Sfântul Grigorie de Nyssa, Despre Fericiri, în „Părinți și Scriitori Bisericești”, vol. 29, Editura Institutului Biblic și de Misiune al Bisericii Ortodoxe Române, București, 1982, p. 373)