Palabras de espiritualidad

La vital importancia de la disciplina

  • Foto: Bogdan Zamfirescu

    Foto: Bogdan Zamfirescu

El capitán maniobró para poner la nave contra el viento, porque, de lo contrario, el riesgo de hundirnos era muy grande. Un pasajero de Ierissos (una localidad vecina con el Santo Monte), un hombre muy miedoso que no sabía nada del mar, mucho menos de barcos, comenzó a gritar: “¿Qué haces, hombre? ¡Nos vas a matar! ¿No se dan cuenta?”.

Padre, ¿es posible hacer frente a una situación complicada, si no conocemos lo que es la disciplina?

—Por ejemplo, cuando tiene lugar un incendio, cada bombero no hace lo primero que se le viene a la cabeza, sino que espera las órdenes de su superior, quien es el responsable del rescate. Este es el que decide cómo proceder. De lo contrario, el pánico podría apoderarse de todos y, en vez de apagarse el fuego, podrían termina avivándolo mucho más.

Una vez, volviendo al Santo Monte en barco, cuando nos hallábamos entre los monasterios Vatopedi y Pantocrátor, un fuerte viento dio paso a una gran tormenta. El capitán maniobró para poner la nave contra el viento, porque, de lo contrario, el riesgo de hundirnos era muy grande. Un pasajero de Ierissos (una localidad vecina con el Santo Monte), un hombre muy miedoso que no sabía nada del mar, mucho menos de barcos, comenzó a gritar: “¿Qué haces, hombre? ¡Nos vas a matar! ¿No se dan cuenta?”. Entonces, varios pasajeros se levantaron y se abalanzaron sobre el capitán. El pobre hombre clamó: “¡Déjenme! ¡Conozco bien mi oificio, sé lo que hago!”. Afortunadamente, había otro pasajero que también era marinero, quien, subiéndose a una caja, ordenó: “¡Déjenlo en paz! ¡Él sabe lo que hace! ¡Está tratando de cortar las olas, que es el procedimiento recomendado!”. Si ese hombre no hubiera alzado la voz, seguramente todos habríamos muerto, porque cada vez había más gente inconforme con el proceder del capitán.

Bien, como pudimos ver, uno que estaba lleno de miedo provocó un pánico general que casi terminó en tragedia. Eso sí, la mayoría de barcos cuentan con un segundo timonel, quien, si el primero se encuentra indispuesto, asume el mando para salvar la nave.

(Traducido de: Cuviosul Paisie AghioritulCuvinte duhovnicești, vol.2: Trezvie duhovnicească, traducere de Ieroschimonah Ștefan Nuțescu, Ed. a 2-a, Editura Evanghelismos, București, 2011, pp. 240-241)

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