Las bondades de la paz interior
He aquí un motivo serio por el cual los ascetas, los monjes, dejan el mundo y las cosas mundanas, y se retiran a monasterios o ermitas; y allí viven y adquieren las bondades de la paz, que son el consuelo, la tranquilidad, la alegría, la santificación y la perfección.
La paz frente a los ruidos exteriores, frente a los gritos de la gente, frente al ruido ensordecedor de las máquinas, frente al sonido de los instrumentos musicales, etc. La paz frente a la multitud de personas, frente a las manifestaciones mundanas, frente a las conversaciones, los encuentros, las polémicas, las perturbaciones y todo tipo de tentaciones. La paz frente a las cosas interesantes, frente a las ocupaciones, las aspiraciones, las preocupaciones, los viajes, las reclamaciones. La paz frente a las perturbaciones interiores, del alma, frente a las contradicciones, las fantasías, las dudas, las confusiones, los monólogos interiores, juicios y movimientos internos.
La persona que vive en paz está protegida de muchos males y de la depresión. Desafortunadamente, hay quienes nos perturban con sus pasiones: los nerviosos con sus nervios, los que hablan mucho con su verborrea, los envidiosos con sus males, los depravados con sus provocaciones carnales, etc. Sus pasiones despiertan nuestras pasiones. Y nuestras pasiones, una vez despertadas, alejan la paz. He aquí un motivo serio por el cual los ascetas, los monjes, dejan el mundo y las cosas mundanas, y se retiran a monasterios o ermitas; y allí viven y adquieren las bondades de la paz, que son el consuelo, la tranquilidad, la alegría, la santificación y la perfección. El Mismo Dios exhorta a la paz.
(Traducido de: Arhimandritul Spiridonos Logothetis, Deprimarea și tămăduirea ei, Editura Sofia, București, 2001, pp. 48-49)