Palabras de espiritualidad

Las bondades que Dios promete a quienes le obedezcan

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Por la humildad demostrada en la obediencia a Dios, especialmente con el cumplimento de los mandamients, nuestro Señor aleja toda aflicción de nosotros y nos envía las bondades de este mundo, en tanto que, si somos orgullosos, nos arroja al mar de todas las desgracias.

Por nuestra humildad, el Señor no nos privará de ninguna alegría en esta vida pasajera. La Santa Escritura atestigua que, por la humildad demostrada en la obediencia a Dios, especialmente con el cumplimento de los mandamients, nuestro Señor aleja toda aflicción de nosotros y nos envía las bondades de este mundo, en tanto que, si somos orgullosos, nos arroja al mar de todas las desgracias.

Dice el Señor: “Si seguís Mis leyes y guardáis Mis mandamientos poniéndolos en práctica, os daré a su debido tiempo la lluvia necesaria, la tierra producirá sus frutos, los árboles de los campos darán los suyos... Habrá paz en el país... Marcharé en medio de vosotros, seré vuestro Dios y vosotros seréis Mi pueblo. Pero si no me obedecéis y no ponéis en práctica todos Mis mandamientos; si despreciáis Mis leyes, desdeñáis Mis preceptos, no ponéis por obra Mis mandatos y rompéis Mi alianza, Yo me portaré con vosotros de la misma manera; haré venir sobre vosotros el espanto, epidemia y fiebre, enfermedades de los ojos y agotamiento de la vida. Sembraréis en vano, pues los enemigos comerán el fruto de vuestras semillas. Me volveré contra vosotros, y seréis vencidos por vuestros enemigos; éstos os dominarán, y huiréis, aunque nadie os persiga. Si todavía no me obedecéis, multiplicaré por siete Mis castigos por vuestros pecados; haré pedazos vuestra fuerza orgullosa, haré vuestro cielo duro como el hierro y vuestra tierra dura como el bronce” (Levítico 26, 3-4; 6; 12; 14-19).

(Traducido de: Sfântul Ierarh Serafim Sobolev, Făcătorul de minuni din SofiaPredici, Editura Adormirea Maicii Domnului, București, 2007, p. 169)