¡Las buenas obras, sin humildad, no son de ninguna utilidad!
Lo que es la sal para cualquier comida, lo es la humildad para las demás virtudes, pudiendo enmendar muchísimos pecados. Y si la adquirimos, nos hace hijos de Dios, asentándonos junto a Él, aunque no hayamos practicado ninguna buena obra. Y es que, sin humildad, todas nuestras virtudes y todo lo que hagamos es en vano.
Gracias a la humildad, aunque no tengas buenas obras en tu haber, muchos pecados te son perdonados. Pero las obras, sin humildad, no son de ninguna utilidad; al contrario, son perniciosas. Así pues, con humildad demuestra tus promesas, así como dije antes. Lo que es la sal para cualquier comida, lo es la humildad para las demás virtudes, pudiendo enmendar muchísimos pecados. Y si la adquirimos, nos hace hijos de Dios, asentándonos junto a Él, aunque no hayamos practicado ninguna buena obra. Y es que, sin humildad, todas nuestras virtudes y todo lo que hagamos es en vano.
(Sfântul Isaac Sirul, Cuvinte despre nevoință, Editura Bunavestire, Bacău, 1997, p. 231)