En lo que respecta a las palabras, hay tres cosas que podemos hacer. Podemos practicar la oración espontánea, es decir, esa clase de oración que se enciende inmediatamente en nuestra alma; podemos utilizar también oraciones cortas pronunciadas en voz alta, que suelen ser muy breves, pero especialmente intensas en su contenido, o recitar otras más extensas, más completas. Por último, podemos practicar también esa otra forma de oración, algunas veces llamada peyorativamente “oración ya preparada”, que varía de las más mediocres composiciones —redactadas por algunos que escriben plegarias para todas las ocasiones posibles—, a las más profundas experiencias, escritas por los santos, inspirados por el Espíritu Santo en sus vidas y corazones.

(Traducido de: Mitropolitul Antonie de Suroj, Școala rugăciunii, traducere de Gheorghe Fedorovici, Editura Sophia, București, 2006, pp. 71-72)