Nunca ores a toda prisa. Tu mente y tu corazón deben participar completamente para entender el sentido de la oración.

Antes de orar, prepárate adecuadamente, reuniendo tus pensamientos y tratando de concentrar tu atención, para presentarte así ante tu Señor. La condición esencial de la oración es el arrepentimiento. Todos somos pecadores, pero “Dios no desprecia un corazón humilde y contrito”. Cada vez que ores, acuérdate de ls pecados que has cometido ese día.

¿Qué es lo que puedes obtener con la oración?  Puedes lograr que tu corazón se encienda de amor por Dios y que en él se mantenga viva la conciencia de Su presencia. Para esto es muy útil la oración “Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador”. Repite esta oración con frecuencia, hasta que tu lengua se acostumbre a ella y la repita por sí msma.

(Traducido de: Ne vorbește Sfântul Teofan Zăvorâtul – Scrisori, traducere de Daniela Filioreanu, Editura Egumenița, p. 22)