Nada ocurre sobre la faz de la tierra, ni en el universo entero, sin la providencia o la aquiescencia de Dios. Todo lo que es noble y excelso proviene de la providencia de Dios, y todo lo que es negativo es permitido por Él. Y es que Él sabe por qué permite cada cosa y cuánto durará. Si las fuerzas racionales incorpóreas y la fuerza de los pensamientos tuvieran cuerpo, y si nosotros, los hombres, pudiéramos hacer todo lo que nos apetece, habría un terrible caos no sólo en el mundo, sino en todo el cosmos. Dios está en todas partes y es la Luz que no se puede tocar, una energía que comprende todo. En Dios no existe el pasado, el presente o el futuro. Para Él siempre es hoy, la eternidad. Él sostiene todo. Él sabe por qué ha permitido que ocurra algo. No obstante, nosotros, los hombres, con nuestros pensamientos y anhelos solemos complicar las cosas. Solamente nosotros, los hombres, podemos oponernos a la voluntad de Dios, en tanto que los ángeles y los santos se someten completamente a ella. Sólo nosotros, los hijos de Adán y Eva, nos oponemos. El Señor tiene muchos más problemas con nosotros, los creyentes, que con aquellos que se han alejado completamente de Él.

(Traducido de: Starețul Tadei, Pace și bucurie în Duhul Sfânt, Editura Predania, București, 2010, p. 86)