Las heridas que dan testimonio
Nadie podría jactarse de que, cortándome la lengua, me estaría impidiendo dar testimonio de mi fe.
Dios todo lo observa, todo lo ve; no hay ninguna ignominia que pueda ocultársele al Juez de todo, Quien conoce todo aún antes de que ocurra.
Pero ¿por qué utilizar sólo palabras, cuando las heridas pueden gritar? Aunque las cubramos, aunque extirpemos nuestras cicatrices, nuestra fe no la podemos ocultar.
Así, nadie podría jactarse de que, cortándome la lengua, me estaría impidiendo dar testimonio de mi fe.
¡Hasta hoy hemos alabado suficientemente a Dios con nuestras palabras... a partir de este momento, glorifiquémoslo con nuestro sufrimiento!
(Traducido de: Sfântul Ambrozie al Milanului, Despre Iacob şi desprei cea fericită, cartea a doua, 50, în PSB, vol. 52, p. 293)