Las oraciones de la Iglesia
La Iglesia nos recuerda constantemente que, por nosotros, oran sin cesar —en los Cielos— la Madre del Señor, los santos ángeles y todos los justos que han sido agradables a Dios.
He aquí eso que nos da el más grande consuelo espiritual, coraje y fuerza en los momentos tristes de la vida. La Iglesia nos recuerda constantemente que, por nosotros, oran sin cesar —en los Cielos— la Madre del Señor, los santos ángeles y todos los justos que han sido agradables a Dios. Y es que, en este mundo, la Iglesia Luchadora media día y noche ante Dios por nosotros, sus hijos fieles. ¿Son acaso en vano sus oraciones y su mediación? No, no lo son. Pueden incluso obrar milagros en este mundo, como salvarlo de la destrucción —porque “de la raíz, sin embargo, brotará una raza santa” (Isaías 6,13)— y librar a los hombres de un sinfín de tribulaciones, a las que inevitablemente se ven sometidos por causa de sus incontables pecados, que tanto enfadan a Dios. Esas oraciones (de la Iglesia) salvan reinos enteros de la perdición y destrucción.
(Traducido de: Ioan de Kronstadt, Liturghia – cerul pe pământ, Editura Deisis, 2002, p. 46)