Las personas, como los árboles, se alzan al cielo
Y cuando veamos árboles pequeños junto a otros altos, pensemos en esos que viven atados a lo terrenal.
¡Quién diría todo lo maravilloso que se puede observar en el desarrollo de los árboles! Podemos contemplar, por ejemplo, cómo unos crecen a gran altura, como sucede con el eucalipto, el abeto, el ciprés y otros parecidos.
Si quisiéramos extraer alguna utilidad espiritual de esa observación, comparemos esa altura con la de los más prominentes de entre los humanos, imaginando a los avanzados en lo espiritual, quienes se alzaron con su mente y su vida entera. Por eso se hallan ya en los Cielos, de acuerdo a lo que nos dice el gran Apóstol Pablo.
Y cuando veamos árboles pequeños junto a otros altos, pensemos en esos que viven atados a lo terrenal. Y si un espino nos cierra el paso en el bosque, no olvidemos que nuestro Señor fue coronado con espinas (Juan 19, 25).
(Traducido de: Părintele Ilie Cleopa, Opt cuvinte despre minunile lui Dumnezeu din zidiri, Ed. Episcopiei Romanului şi Huşilor, Roman, 1996, p. 42)