Palabras de espiritualidad

Las señales de un auténtico hombre de Dios

  • Foto: Stefan Cojocariu

    Foto: Stefan Cojocariu

“Las señales de la paz redentora son: una mente imperturbable, el anhelo de Dios, el constante recuerdo de la muerte y los trabajos eternos...”

El Venerable Job se asemejaba, en el esfuerzo ascético, no sólo al Muy Piadoso Sabas, sino también a otros como Pedro el Athonita y Antonio de Pecherska. El padre Job, siguiendo el ejemplo de los antiguos amantes del hesicasmo, guardaba un silencio tan profundo, que difícilmente se le podía escuchar decir otra cosa que no fuera la oración que sin cesar brotaba de su boca: “¡Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí!”.

El beato Teodoreto dice: “Las señales de la paz redentora son: una mente imperturbable, el anhelo de Dios, el constante recuerdo de la muerte y los trabajos eternos, la oración sin distraerse, las postraciones hasta el suelo, el mencionar todo el tiempo el nombre de Dios, la negación de los apetitos carnales, dejar de vivir para el mundo, la sumisión del cuerpo, las lecturas espirituales y del Salterio, el llanto contrito, la renuncia a hablar más de lo absolutamente necesario, el silencio más profundo, la vigilia incansable. Quien tenga todo esto, en verdad estará en paz para Dios”.

Y todo esto es justamente lo que se esmeró en reflejar con su propia vida San Job de Pochaev. Además del ayuno, la oración incesante, las postraciones, las lágrimas y el silencio, el amor al prójimo, una profunda humildad, la obediencia, la mansedumbre y la piedad eran las virtudes que le caracterizaban. Debido a sus constantes sacrificios y trabajos físicos, el padre Job era muy débil, y su cuerpo, especialmente sus piernas, estaba lleno de heridas, de manera que podía decir con el Apóstol: “Llevo marcadas en mi cuerpo las señales de Jesús, el Señor” (Gálatas 6, 17).

(Traducido de: Sfântul Iov de la Poceaev, Viața. Cuvinte de învățătură. Acatistul, Editura Cartea Ortodoxă & Sophia, București, 2008, p. 16)