Las tentaciones nos enseñan a pedir la ayuda de Dios
Una vez la Gracia observa que el alma del hombre se envanece, lo abandona y permite que las tentaciones lo hostiguen, hasta que sea consciente de su enfermedad y corra a buscar, con toda humildad, el auxilio divino.
Mientras más Gracia le otorga Dios al creyente, más le revela los abismos del mal en el mundo y en el interior el hombre. Al mismo tiempo, Dios permite que enfrente pruebas cada vez más grandes, para que pueda gustar la fuerza del don de Dios y así aprender que solamente con el auxilio de la Gracia es posible vencer cualquier clase de tentaciones, incluso las más duras y oprobiosas.
Y sucede que, una vez la Gracia observa que el alma del hombre se envanece, lo abandona y permite que las tentaciones lo hostiguen, hasta que sea consciente de su enfermedad y corra a buscar, con toda humildad, el auxilio divino.
(Traducido de: Părintele Iustin Popovici, Credința Ortodoxă și viața în Hristos, Traducere: prof. Paul Bălan, Editura Bunavestire, Galați, 2003, p. 60)