Las terribles consecuencias del pecado para el alma
Mientras más pecamos, más difícil se nos hace volver al buen camino y más segura se torna nuestra perdición.
Cuando nos sintamos tentados por el pecado, pensemos que es algo que enfada mucho a Dios, Quien odia todo lo relacionado con el mal: “Tú no eres un Dios al que le gusta la maldad” (Salmos 5, 4). Para poder entender esto de mejor forma, pensemos en un padre justo y severo, quien ama a su familia y busca la forma de criar hijos correctos y con muchas cualidades, y quien desea recompensar su buen comportamiento con sus mayores riquezas, preparadas especialmente para ellos. En un momento dado, aquel padre, con gran pesar, observa que sus hijos no corresponden ese amor paterno con su propio amor. Desprecian la herencia que con tanto cuidado les había preparado, viven en el desenfreno, se encaminan a pasos agigantados a su propia perdición. Porque cada pecado representa, estemos atentos, muerte para el alma. (Santiago 1, 5), debido a que mata el alma, nos convierte en esclavos del demonio y en enemigos de nuestros hermanos, y, mientras más pecamos, más difícil se nos hace volver al buen camino y más segura se torna nuestra perdición. ¡Cuidémonos, pues, hermanos, de todo pecado!
(Traducido de: Sfântul Ioan de Kronstadt, Viața mea în Hristos, Editura Sophia, pp. 7-8)