Palabras de espiritualidad

Las virtudes que le agradan a Dios

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

El amor de Dios nos recompensa por medio de Sus bondadades, mil veces más de lo que merecerían nuestras acciones humanas.

«¿Viste cómo se voltearon las cosas? Y no te bastó con faltar a la iglesia, sino que también dijiste cosas que no debías, como “¿Qué gana Dios con nuestras oraciones?”. Esto, hermano, no es correcto. Claro que Dios no necesita de nuestras pecadoras plegarias, pero, por Su amor a nosotros, le agrada cuando oramos. Y no sólo una oración santificada —esa que el Espíritu Santo despierta en nosotros y luego intercede en ella— es agradable para Él (ya que Él mismo nos la ordena, diciéndonos: “Permaneced en Mí y Yo en vosotros”), sino que ante Él es muy valiosa cualquier acción nuestra aparentemente insignificante, cualquiera de nuestras buenas intenciones, cualquier exhortación y cualquier pensamiento que realicemos para Él y que elevemos para glorificarlo, buscando nuestra salvación. Él nos recompensa abundantemente por todo, de acuerdo a Su infinita misericordia. El amor de Dios nos recompensa por medio de Sus bondades, mil veces más de lo que merecerían nuestras acciones humanas. Si haces algo por Dios, con el valor de una moneda, Él te recompensará con otra, pero de oro. Si no haces más que pensar en volver al Padre, Él saldrá a tu encuentro. Apenas pronuncies: “¡Recíbeme! ¡Apiádate de mí!”, Él correrá a abrazarte y besarte. ¡Este es el amor del Padre Celestial por nosotros, a pesar de ser tan indignos!».

(Pelerinul rus, Ed. Bunavestire, Bacău, 2008, p.110 )