Llamando la luz, vencemos las fuerzas de la oscuridad
¿Cómo luchar en contra de las fuerzas de la oscuridad? ¡Llamando la luz! ¿Cómo enfrentar a los espíritus de la maldad? ¡Haciéndonos buenos, porque la maldad es contraria al bien y la luz aleja la oscuridad!
“Sí”, dicen, “el maligno debería desaparecer para que pudiéramos ser salvos”. Esa es la justificación de los débiles, exculpándose.
Deberías estar agradecido, hombre, porque puedes vencer a un enemigo tan poderoso, tan temido. Pero tú sólo sabes quejarte, cual soldado ocioso y negligente. Vela, porque no sabes por dónde aparecerá el mal. Hazte fuerte, porque la lucha no es sólo en contra del maligno, sino también en contra de sus poderes.
¿Cómo podemos luchar, entonces, contra la oscuridad? Siendo luz.
¿Cómo enfrentaremos los espíritus de la maldad? Haciéndonos buenos, porque la maldad se opone al bien, así como la luz aleja la oscuridad.
Si nosotros mismos somos oscuridad, caeremos inexorablemente en las manos del enemigo. ¿Cómo sobrepasarlo? Haciéndonos, voluntariamente, lo que es natural, es decir, espíritu, sin cuerpo, sin sangre. Sólo así podemos ir más allá de él.
Desde luego, era normal que los demonios fueran expulsados de muchos: pero no creas que nuestros semejantes son quienes nos atacan, sino los mismos demonios que obran en ellos y a quienes debemos enfrentar y vencer.
(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Diavolul și magia, culegere de texte patristice și traducerea lor în neogreacă de Ieromonah Benedict Aghioritul, traducere din neogreacă de Zenaida Anamaria Luca, Editura Agaton, Făgăraș, 2012, p. 60)