¡Llevemos nuestra cruz con Cristo!
Cristo cargó una cruz pesada. En ella estaban todos nuestros pecados y los de todos los hombres de todos los tiempos. Nosotros, al contrario, cargamos tan sólo con la nuestra, la de nuestros propios pecados, esos que ya han sido redimitos por nuestro Señor Jesucristo.
Reconozcamos juntos que cada uno ha portado y ha de portar una cruz: puede ser la cruz del matrimonio, la de la soledad, la de alguna enfermedad o la de alguna tristeza. Y esa cruz debe ser llevada con alegría, sin quejarnos, con Cristo, nunca sin Él y nunca en otra dirección que no sea hacia el Gólgota.
Dios mismo fue crucificado. Por eso, hasta ese punto debemos llegar nosotros también. Dios desea que carguemos con nuestra cruz hasta el Gólgota. Así como Él cargó con una cruz, así también nosotros debemos cargar la nuestra. Y la Suya era una muy pesada. En ella estaban todos nuestros pecados y los de todos los hombres de todos los tiempos. Nosotros, al contrario, cargamos tan sólo con la nuestra, la de nuestros propios pecados, esos que ya han sido redimitos por nuestro Señor Jesucristo.
(Traducido de: Preot Nicolae Tănase, Să nu-L răstignim iarăşi pe Hristos, Editura Agaton, Făgăraș, 2011, p. 16)