Palabras de espiritualidad

Lo exterior no es solamente lo que cuenta

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

No nos olvidemos de nuestro “sentido de la vista” interior, de nuestros ojos espirituales, para no vernos oscurecidos por las pasiones. Con esto, nos mantendremos siempre puros y luminosos, como los ojos de los niños pequeños, o incluso como los de los ángeles.

El hombre no fue creado por Dios solamente para este mundo terrenal. Al contrario, este mundo es para nosotros solo un campo de batalla, un coliseo lleno de pruebas para nuestras fuerzas físicas y espirituales, de las cuales, el cristiano —haciendo el bien e irradiando luz a su alrededor— intenta salir vencedor para merecer el premio, es decir, la felicidad futura y eterna. Para poder subsistir en este mundo, se nos dio un par de ojos, para que pudiéramos ver en dónde caminamos, informándonos y conociendo, también, las realidades de aquí, sin soslayar todo lo bueno y hermoso que nos rodea. Pero no solamente eso. Nuestros ojos nos fueron dados para que los mantuviéramos en contacto con los luminosos ojos de nuestra alma, por medio de los cuales podemos entender el propósito verdadero de la existencia, y así conocer al Mismo Soberano de la Vida, Quien dijo: “Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida”.

Por eso, junto a las múltiples preocupaciones de nuestra vida terrenal, no nos olvidemos de nuestro “sentido de la vista” interior, de nuestros ojos espirituales, para no vernos oscurecidos por las pasiones. Con esto, nos mantendremos siempre puros y luminosos, como los ojos de los niños pequeños, o incluso como los de los ángeles. Y si decimos de algunas cosas o personas que nos son queridos “como la luz de nuestros ojos”, con mayor razón debemos amar la luz de nuestra alma, esta parte de nosotros que le da sentido y esencia al ser humano.

(Traducido de: Arhimandritul Sofian Boghiu, Smerenia și dragostea, însușirile trăirii ortodoxe, Editura Tradiția Românescă, București, 2002)