Lo importante de la constancia en la oración
Mientras siga habiendo egoísmo en nuestra alma y en nuestro corazón, serán vanos nuestros esfuerzos por alcanzar dicha oración. No obstante, hay que seguir intentándolo, porque hasta el más mínimo afán trae un provecho espiritual.
¿Qué consejo puede darnos a los laicos, en relación con la “Oración del corazón”? ¿Qué debemos hacer para practicarla debidamente?
—Esmerémonos en repetirla, porque es algo muy bueno. De hecho, no hay nada mejor. Pero es necesario prepararse para poder obtener esta oración. No es un asunto imposible, pero requiere tener mucha paciencia. Entonces, lo primero que hay que hacer es expulsar de nuestro corazón y de nuestra mente la idea de que somos alguien, nuestro egoísmo. Hecho esto, cada uno tiene que considerarse, ante Dios, el más pecador de todos los hombres. Así, los avances se harán cada vez más visibles.
Mientras siga habiendo egoísmo en nuestra alma y en nuestro corazón, serán vanos nuestros esfuerzos por alcanzar dicha oración. No obstante, hay que seguir intentándolo, porque hasta el más mínimo afán trae un provecho espiritual. Con el tiempo, lograremos repetir esta oración permanentemente, incluso cuando dormimos, rebosándonos de un gran don divino. Como dicen los Santos Padres, cada vez que nos persignamos con temor de Dios y humildad, esto queda escrito en los Cielos. ¿Por qué? Porque el enemigo, el demonio, también se ocupa en escribir todo lo malo que hacemos. Del mismo modo, Dios, por medio de nuestro santo ángel guardián, escribe todo lo bueno que hacemos, desde el más ínfimo bien, para que cuando nuestra alma tenga que atravesar los peajes de lo etéreo, el ángel pueda ayudarla a librarse de los espíritus impuros que le salgan al encuentro.
(Traducido de: Starețul Dionisie – Duhovnicul de la Sfântul Munte Athos, Editura Prodromos, 2009, pp. 45-46)