Lo primero que hay que hacer es entender el propósito del ayuno
El ayuno tiene como propósito el apaciguamiento de los impulsos desordenados y los apetitos del cuerpo, para hacer humilde al hombre.
Un día, le preguntaron al padre Paisos del Santo Monte sobre la dispensa para no ayunar, y este, con su habitual humor, respondió:
—¡Escucha bien, esto es lo que tienes que hacer! A donde vayas, lleva siempre una botella con un poco de combustible y si alguien te pide permiso para no ayunar, aduciendo motivos de salud, respóndele: “¡Espera un momento!”. Entonces, arroja un poco de gasolina en las cuatro esquinas de la habitación y, con un cerillo, préndele fuego. Si ves que esa persona realmente no se puede mover y podría morir quemada, concédele la licencia de no ayunar. Pero si salta inmediatamente y corre a salvarse, dile: “¡Tienes que ayunar!”.
El ayuno tiene como propósito el apaciguamiento de los impulsos desordenados y los apetitos del cuerpo, para hacer humilde al hombre. Si la enfermedad, por la Providencia de Dios, ya está haciendo eso con la persona, ¿de qué podría servirle el ayuno?
(Traducido de: Arhimandritul Epifanie I. Teodoropulos, Crâmpeie de viață, Editura Evanghelismos, București, 2003, p. 107)