Palabras de espiritualidad

Lo que el pecado hace de nosotros

  • Foto: Constantin Comici

    Foto: Constantin Comici

El pecado, que es la decadencia del ser, nos lleva a perder la paz con Dios, la paz interior, la paz con los demás y la paz con toda la naturaleza.

Mientras sigamos guardando en nuestro interior pecados sin confesar, escondidos voluntariamente, su castigo seguirá pendiendo sobre nosotros, como una espada que está a punto de caer sobre nuestra vida. Sin embargo, una vez confesamos nuestras faltas y nuestra culpa, ese peligro mortal es apartado por Dios.

Toda nuestra vida debemos luchar contra la costumbre de pecar. Estos tiempos tan difíciles, que nos enseñan separarnos de Dios, son precisamente una oportunidad para fortalecer nuestra salud espiritual. En verdad, no hay mejor momento para volver al camino que lleva a Dios.

Cada vez que pecamos, lo hacemos de forma “cuádruple”: en contra de Dios, en contra de nosotros mismos, en contra de nuestro semejante y en contra de la naturaleza entera.

El pecado, que es la decadencia del ser, nos lleva a perder la paz con Dios, la paz interior, la paz con los demás y la paz con toda la naturaleza. Y nos volvemos decididamente salvajes, actuando de una forma que pareciera sugerir que hasta Dios Mismo tendría que temernos. Por eso es que hasta las fieras huyen del pecador.

Y no es Dios Quien no nos ve más y Quien nos ha dejado de amar: somos nosotros quienes no lo amamos más y quienes lo dejamos de ver, porque entre nosotros y Él hemos erigido el muro del pecado, y más allá del muro, estamos nosotros: una multitud de fragmentos estrellándonos contra esa fría pared y desintegrándonos todavía más.

(Traducido de: Traducido de: Părintele Arsenie Boca mare îndrumător de suflete din secolul XX, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2002, p. 126)