Lo que es la serenidad para el alma
Solamente allí, donde está el Señor, debemos buscar el auxilio, y no poner nuestra esperanza en nadie más.
El Señor nos ayuda en el dolor y en las tentaciones. Él nos libra de todo eso y nos da las fuerzas que necesitamos para enfrentarlo con facilidad, aunque no nos demos cuenta de ello. El silencio prepara el alma para la oración. ¡Cuánto favorece la serenidad al alma!
Los primeros cristianos vivían en el mismo espíritu. Cada uno tenía lo que necesitaba, porque no todos recibían lo mismo, sino según fueran sus necesidades. En los monasterios este problema fue siempre un poco más complicado. Siempre se ha tomado en consideración el hecho de no provocar envidia y, fuera de esto, de dar lo que es más provechoso para el alma.
Lamentablemente, hoy en día no es posible encontrar un remanso de serenidad. Ha llegado el momento de recordar una sola cosa: “Levanto mis ojos a las montañas: ¿de dónde me vendrá la ayuda?” (Salmos 120, 1). Solamente allí, donde está el Señor, debemos buscar el auxilio, y no poner nuestra esperanza en nadie más.
(Traducido de: Starețul Nicon de la Optina, Editura Doxologia, Iași, 2011, p. 226)