Lo que implica llevar una verdadera vida espiritual
“Esto es lo que Dios te pedirá en el Día del Juicio: que hayas pasado hambre, que hayas tenido sed, que te hayas vestido con ropas pobres, que hayas velado, que hayas suspirado y llorado con todo el corazón por tus pecados, que hayas demostrado ser digno de Él, que hayas sometido tu cuerpo con tal de salvar tu alma”.
Dijo el abbá Antonio: “Yo ya no le temo a Dios, sino que lo amo. Porque el amor echa afuera el miedo”.
También dijo: “Mantén ante tus ojos el temor de Dios. Acuérdate de aquel que mata y también da vida (I Reyes 2, 6). Aprende a odiar el mundo y todo lo que hay en él. Aprende a detestar el bienestar del cuerpo (porque es lo opuesto a la auténtico sosisego hesicasta). Renuncia a las cosas de este mundo, para vivir la vida de Dios. Acuérdate de lo que le prometiste a Él. Porque esto es lo que Dios te pedirá en el Día del Juicio: que hayas pasado hambre, que hayas tenido sed, que te hayas vestido con ropas pobres, que hayas velado, que hayas suspirado y llorado con todo el corazón por tus pecados, que hayas demostrado ser digno de Él, que hayas sometido tu cuerpo con tal de salvar tu alma”.
(Traducido de: Patericul, ediția a IV-a rev., Editura Reîntregirea, Alba-Iulia, 2004, pp. 10-11)