Palabras de espiritualidad

Lo que necesitamos para poder seguir fielmente a Dios

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Necesitamos que el consuelo de Dios sea en nosotros más fuerte que el dominio de este mundo. Necesitamos un fuego más poderoso para apagar el fuego de las pasiones.

En la Carta a los Colosenses, San Pablo dice de manera alegórica que estamos marcados “con una circuncisión no hecha por manos” (Colosenses 2, 11), dando a entender que el corazón es herido, no de modo material o físico, sino por la circuncisión de Cristo, es decir, por Su palabra, por los mandamientos del Evangelio. Cuando el corazón es herido por los mandamientos evangélicos y es circuncidado por el Evangelio, se vuelve sensible y siempre atento a Aquel que lo ha herido. Esta es la conversión: llevar sin cesar la circuncisión de Cristo.

Necesitamos llevar en el corazón esta herida que hemos conocido a través de las lágrimas. Sin ella, seríamos fríos y pronto encontraríamos en este mundo modelos a seguir, queriendo incluso conciliar el apego al mundo con el amor de Dios. Necesitamos que el consuelo de Dios sea en nosotros más fuerte que el dominio de este mundo. Necesitamos un fuego más poderoso para apagar el fuego de las pasiones. Así, necesitamos llevar esta herida que nos recuerde continuamente algo de más allá, perfecto y santo. Si llevamos este recuerdo en nuestro interior, podremos discernir “la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta” (Romanos 12, 2).

Es imprescindible para nosotros discernir y seguir los signos de la voluntad de Dios, y entonces hallaremos vida, porque “vida hay en Su voluntad” (Salmos 29, 5).

(Traducido de: Arhimandritul Zaharia Zaharou, Man, the Target of God, The Stavropegic Monastery of St. John the Baptist, Essex, 2015, p. 235)



 

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