Palabras de espiritualidad

Loa a la virtud de la humildad

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

En donde florece la humildad, allí brota con abundancia la gloria de Dios”.

«La fe tiene sus propios modelos de pensamiento, su propio modo de vida. El cristiano no solo vive por la fe (II Corintios 5, 7), sino que también piensa por la fe. La fe presenta una nueva forma de pensar, con la cual se realiza la entera obra de conocimiento en el creyente. Este nuevo modo de pensamiento es la humildad. En el marco de la infinita realidad de la fe, la mente se humilla ante los infalibles misterios de la nueva vida en el Espíritu Santo. La vanidad de la mente da lugar a la humildad, y así es como el hombre se asegura el conocimiento de la verdad eterna. Tomando fuerzas de la oración, la humildad sigue creciendo cada vez más, en un proceso que no tiene fin. San Isaac nos dice que la oración y la humildad están siempre equilibradas en la misma medida, en tanto que avanzar en la oración significa avanzar también en la humildad, y viceversa. La humildad es una fuerza que concentra al corazón en sí mismo e impide, de esta manera, su dispersión en pensamientos de orgullo y deseos carnales. La humildad es sostenida y defendida por el Espíritu Santo, y no sólo atrae al hombre hacia Dios, sino que también atrae a Dios hacia el hombre. Además, la humildad fue la causa de la encarnación del Hijo de Dios, esa santísima unión de Dios con el hombre: “La humildad hizo de Dios un hombre en la tierra”. La humildad es “el atavío de lo divino, porque el Verbo hecho carne habló con nosotros por medio de un cuerpo humano, con el cual se había revestido a Sí Mismo”. La humildad es una fuerza divina, mística, otorgada solamente a los santos, esos que son perfectos en las virtudes, concedida únicamente por medio de la Gracia. Ella abarca todo lo existente. Por medio de la Gracia, “los misterios son revelados a los humildes”, y solamente los humildes son perfectos en la sabiduría. “El humilde es fuente de los misterios de la vida futura. La humildad significa equilibrio, y estas dos (virtudes) se postran en el alma ante la Santísima Trinidad”. El equilibrio viene de la humildad, y solo por medio de esta el intelecto puede ser sanado y perfeccionado. “De la humildad brotan el recogimiento y la continencia, que representan el equilibrio de los sentidos”. “La humildad adorna el alma con el equilibrio”. Cuando se dirige al mundo, el hombre humilde revela su entera personalidad por medio de la modestia, imitando así a Dios Encarnado. “Tal como el alma es desconocida e invisible a la vista del cuerpo, lo mismo el hombre humilde pasa desapercibido entre los demás”. No sólo desea pasar inadvertido entre las personas, sino que también anhela ensimismarse lo más posible, haciéndose “como uno que no existe en el mundo, uno que todavía no ha nacido y que es completamente desconocido, aún para su propia alma. El humilde se minimiza a sí mismo ante los demás, pero esta es la misma razón por la cual Dios lo enaltece, porque “en donde florece la humildad, allí brota con abundancia la gloria de Dios”, y la planta de su alma da una flor que nunca se marchita.

(Traducido de: Părintele Iustin Popovici, Credința ortodoxă și viața în Hristos, Editura Bunavestire)