Los auténticos amigos de Dios
Que no te duela el dinero que les des, más bien que te duela que haya personas con tantas necesidades, como aquellos que no tienen dónde recostar la cabeza y deambulan hasta la extenuación, con tal de recibir una insignificante caridad.
No dirijas tu mirada con desprecio —por causa de tu inclinación a la avaricia—, a la multitud de indigentes y demás necesitados que te siguen pidiéndote una ayuda. Al contrario, tienes que aprender a verlos como auténticos amigos de Dios y tuyos; porque, ayudándolos, se te dará una recompensa eterna e imperecedera, en el Reino de los Cielos. ¡No los veas ni los trates como si fueran parásitos sociales! Antes mírate a ti mismo como a un parásito, porque en muchas casas has comido y bebido gratuitamente, deleitándote sin medida.
Que no te duela el dinero que les des, más bien que te duela que haya personas con tantas necesidades, como aquellos que no tienen dónde recostar la cabeza y deambulan hasta la extenuación, con tal de recibir una insignificante caridad. “Gratis lo recibisteis; dadlo gratis” (Mateo 10, 8).
(Traducido de: Sfântul Ioan de Kronstadt, Spicul viu. Gânduri despre calea mântuitoare, traducere din limba rusă de Adrian Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, București, 2009, pp.119-120)