Palabras de espiritualidad

Los deseos del corazón soberbio

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

El hombre soberbio y egoísta se complace agasajando a opulentos y poderosos, a quienes sirve con gran diligencia, derrochando a manos llenas y sin compasión las cosas de los pobres, con tal de satisfacer los caprichos de su corazón. 

El alma del hombre que se envanece por su bienestar material, poco a poco destierra del corazón el temor de Dios. Y cuando este se pierde, el alma empieza a caer en la mentira y la blasfemia. Se llena de envidia, se enfurece, se jacta de lo que tiene y se alegra cuando perturba y divide a los demás, como una sanguijuela que se alimenta con la sangre de los otros, siempre atenta a los pecados de los demás, ignorando los que le son propos. Cuando te encuentras a una persona así, basta con que le digas un elogio, para hincharla de regocijo. Si, por el contrario, no le prestas atención, su corazón de fiera se resiente y una profunda tristeza le abruma. Una persona así deprecia el mandato de la Santa Escritura de acoger y dar de comer a los pobres, no a los ricos- Al contrario, se complace agasajando a opulentos y poderosos, a quienes sirve con gran diligencia, derrochando a manos llenas y sin compasión las cosas de los pobres, con tal de satisfacer los caprichos de su corazón.

(Traducido de: Sfântul Maxim Grecul, Viaţa şi cuvinte de folos, Traducere de Florentina Cristea, Editura Bunavestire, Galaţi, 2002, p. 42)

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