Los étereos tribunales del alma
De la misma forma en que San Pablo da fe de ello, por haber sido llevado hasta el tercer cielo, también la Tradición de la Iglesia nos enseña que las legiones de demonios en lo etéreo se dividen en numerosos grupos o huestes, de acuerdo al número de pasiones y pecados mortales.
Los “peajes” del alma o “tribunales etéreos”, por donde pasan y son examinadas las almas de los hombres después de morir, están formados por legiones de ángeles malos, los más siniestros de los demonios, que se encuentran en el camino de las almas; estos las detienen, les muestran los pecados que cometieron —incluso los ya confesados y abandonados desde hace mucho,— así como las faltas cometidas en la infancia, en la juventud y en la vejez. Les presentan todos los pecados pensados y cometidos voluntaria e involuntariamente, hasta el momento de la muerte.
Dice el Santo Apóstol Pablo sobre esas legiones: “nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus del mal que están en las alturas” (Efesios 6, 12). De la misma forma en que San Pablo da fe de ello, por haber sido llevado hasta el tercer cielo, también la Tradición de la Iglesia nos enseña que las legiones de demonios en lo etéreo se dividen en numerosos grupos o huestes, de acuerdo al número de pasiones y pecados mortales. Cada hueste de ángeles malvados, una más terrible que la otra, tiene al mando un ángel atroz, que tiene la misión de analizar el alma sobre determinado pecado.
Es decir, cuándo fue cometido, cómo fue cometido, cuántas veces, en qué circunstancias, si fue confesado o no, si se cumplió o no con el canon de penitencia fijado por el confesor, si se indujo o no a otros a cometer el mismo pecado. Los más duros de esos “peajes”, en donde son prendidos la mayoría de cristianos, son los del desenfreno, el aborto, la ebriedad, el orgullo, el descreimiento, el juzgar a los demás, la pereza, la mezquindad, el odio, la gula y la herejía.
(Traducido de: Îndrumări duhovnicești pentru vremelnicie și veșnicie. O sinteză a gândirii Părintelui Cleopa în 1670 de capete, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2004, p. 343)