Los frutos del esfuerzo por vencer nuestras pasiones
Tal como las tribulaciones y las difamaciones engendran la virtud, el placer y la honra del mundo dan lugar al pecado.
Tal como las tribulaciones y las difamaciones engendran la virtud, el placer y la honra del mundo dan lugar al pecado.
El hombre que sufre por causa de sus pasiones, tiene que orar y sacrificarse, sometiendo su propio cuerpo, y aun con esto apenas podrá hacer frente a los engaños del pecado.
Si renunciamos con determinación a cualquier inclinación al pecado, fácilmente podremos enfrentar los embates de nuestras pasiones, es decir, el recuerdo inconsciente de actos y cosas relacionadas con el pecado, o las inclinaciones más desagradables del corazón, que arrastran al hombre a cometer determinado pecadot.
(Traducido de: Patericul Lavrei Sfântului Sava, Editura Egumenița, 2010, p. 80)