Los hijos son la recompensa de Dios para los padres
Santa Emilia tuvo cuatro hijos y cinco hijas. Cada día su casa rebosaba de felicidad, con nueve niños, nueve ángeles terrenales. Y por este tesoro dado por Dios, Emilia se alegraba muchísimo. Ellos eran la “herencia del Señor” que le otorgó el amor paterno de Dios, así como dice el salmista, inspirado por el Espíritu Santo: “Un regalo del Señor son los hijos, recompensa, el fruto de las entrañas.” (Salmo 126, 3).
Tal es la valiosa herencia y el don más preciado que Dios le otorga a Sus amados. Hablamos tanto de los hijos, como de los nietos. Los hijos son la recompensa del justo, que brotan como frutos benditos del vientre materno.
Los hijos representan la herencia y la recompensa de Dios para los padres. La llegada de los hijos es la especial bendición de Dios para los padres, así como dice la Santa Escritura: “Te amará, te bendecirá y te multiplicará. Te concederá numerosos hijos y cosechas abundantes” (Deuteronomio 7, 13). Dios nuestro Señor prometió que te amaría y te bendeciría, que te multiplicaría, bendiciendo a tus hijos y a sus descendientes.
(Traducido de: Atanasie I. Skarmoghiani, Mamele creștine ale Sfinților Trei Ierarhi, traducere de Pr. Victor Manolache, Editura Egumenița, Galați, 2012, pp. 13-14)