Los jóvenes deben encomendar su camino de vida a Dios
Si la joven siente que no tiene las fuerzas necesarias para entrar al monasterio, que le diga a Dios con toda humildad: “Dios mío, soy débil. No puedo asumir la vida de monja. Por eso, te pido que me envíes el hombre correcto para ayudarme a fundar una familia buena y vivir como Tú lo deseas”. Y Dios no la dejará.
Cada joven debe tener como propósito esforzarse con el alma, para santificar la forma de vida que ha de elegir. ¿Quiere casarse? Que se case, pero que se esmere en hacerse un buen hombre de familia y vivir en santidad. ¿Quiere hacerse monje? Que se haga monje, pero esforzándose en ser un buen monje. Que cada uno mida sus propias fuerzas para ver de lo que es capaz, y solo después podrá elegir el camino adecuado.
Si, por ejemplo, una joven siente que no tiene las fuerzas necesarias para entrar al monasterio, que le diga a Dios con toda humildad: “Dios mío, soy débil. No puedo asumir la vida de monja. Por eso, te pido que me envíes el hombre correcto para ayudarme a fundar una familia buena y vivir como Tú lo deseas”. Y Dios no la dejará. Si se casa, conformará una familia buena y vivirá en armonía con los mandatos del Evangelio. Y Dios no le pedirá nada más.
(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Viața de familie, Traducere din limba greacă de Ieroschim. Ștefan Nuțescu, Editura Evanghelismos, București, 2003, pp. 18-19)