Palabras de espiritualidad

Los padres deben entender a sus hijos y los cambios que enfrentan

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

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Por mucho que dependa de mamá o de papá, y por mucho que sus padres quieran ayudarle, al joven le avergonzará no poder asumir sus propias obligaciones. Está empezando una nueva vida, aunque le cueste aceptarlo.

La edad o período en el cual estas experiencias salen a la superficie, es precisamente el período en el cual el hombre es llamado a asumir las responsabilidades de su vida. El niño y el adolescente se apoyan en sus padres, razón por la cual no tienen que enfrentar grandes responsabilidades. Sin embargo, cuando el joven empieza a ir a la universidad, y especialmente cuando se acerca al final de su estudios, lo quiera o no, tendrá que hacer frente a la vida. Por mucho que dependa de mamá o de papá, y por mucho que sus padres quieran ayudarle, le avergonzará no poder asumir sus propias obligaciones. Está empezando una nueva vida, aunque le cueste aceptarlo.

Si tiene ese contenido en su subconsciente, tarde o temprano, si atraviesa alguna tribulación, si le falta por completo el apoyo del que antes gozaba y se queda solo con su propio ser, se abrirá la tapa del subconsciente y emergerán todas las vivencias latentes. Y, bruscamente, sentirá que sufre de un desequilibrio psíquico. La melancolía le inunda, o algún estado esquizofrénico o cualquier otra patología mental. En esencia, creo que esto es lo que ocurre. Todo esto sale a la superficie, aunque hasta hoy haya sido una persona moral. Inesperadamente, en su mente aparecerán imágenes, frases, palabras repugnantes. ¿Cómo es que había conservado su moralidad hasta hoy? De forma errónea, sofocando aparentemente ciertas experiencias. Es como lo que ocurre con la basura que se acumula en el sótano, que al entrar no era basura, pero que al salir al exterior ya estaba descompuesta, nauseabunda y pestilente. Lo mismo ocurre con el alma. Entran determinadas experiencias, que en sí no son tan malas, solamente cuando salen al exterior. Luego, debido a que el joven no sabe, no tiene a nadie que le ayude y no se puede ayudar solo, no sólo va acumulando en su interior imágenes, representaciones, palabras, insultos y blasfemias, sino que también empieza a ponerlas en práctica, a hacer el mal.

(Traducido de: Arhimandrit Simeon Kraiopoulos, Sufletul meu, temniţa mea, Editura Bizantină, 2009)