Los pecados de la juventud de hoy
Los pecados que actualmente dominan a los jóvenes de las zonas urbanas y rurales —especialmeente a los alumnos de instituto y a los estudiantes universitarios—, en realidad no son tantos, pero sí que tienen efectos negativos muy grandes.
Los pecados que actualmente dominan a los jóvenes de las zonas urbanas y rurales —especialmeente a los alumnos de instituto y a los estudiantes universitarios—, en realidad no son tantos, pero sí que tienen efectos negativos muy grandes. El primero es el desenfreno en todas sus formas, alimentado en los últimos tiempos por las películas pornográficas, además de las revistas y publicaciones con toda clase de imágenes inmorales, y la vestimenta tan indecente y vergonzosa de las mujeres de hoy. A esto se suma la televisión, las discotecas, las fiestas nocturnas, las distracciones de toda clase, etc. Todos esos diabólicos medios para destruir la moral cristiana, deliberadamente destinados a tal propósito, incitan al desenfreno y a la perdición a la mayoría de jóvenes y también a nuestros fieles, matando muchas almas, ensuciando los corazones y las mentes de los más débiles, y apartando a Cristo de los hogares de los cristianos.
El segundo gran pecado es el aborto, cometido por las mujeres jóvenes, como consecuencia de todas las campañas organizadas para destruir a la juventud por medio de lo obsceno, la prostitución y el alejamiento de la Iglesia, así como la falta total de catequesis en las escuelas, institutos y facultades.
El tercero de esos grandes pecados en los jóvenes alumnos y estudiantes, lo constituyen las prácticas ocultas de origen asiático, como el yoga, las artes marciales, el espiritismo, la magia, lo “zen”, etc., que han invadido nuestras ciudades, escuelas y facultades, alejando a la juventud de la Iglesia y de la tradición patrística ortodoxa, porque tiene como objetivo la creación del caos espiritual y empujarlos, finalmente, al abismo de la incredulidad y la indiferencia religiosa.
Después debemos mencionar el intenso proselitismo sectario —que corrompe, en buena parte, a la juventud ortodoxa que no ha sido catequizada o que ha sido instruida sólo supercicialmente— y la aparición de cada vez más sectas.
Otro gran pecado que enferma a la juventud de hoy es la indiferencia religiosa, una suerte de semi-ateísmo que predomina, especialmente, entre los intelectuales y los estudiantes universitarios. Los más afectados por este pecado rechazan asistir a la Iglesia, leer libros religiosos, confesarse, comulgar, atender el consejo del confesor y llevar una vida pura en Cristo. También es necesario mencionar otro pecado muy grave en las familias cristianas: la vanidad al vestirse, es decir, el utilizar ropa indecente, especialmente las jóvenes, práctica que mata a las almas débiles y ensucia la mente de los varones.
(Traducido de: Arhim. Ioanichie Bălan, Călăuză ortodoxă în familie și societate, II, Editura Mănăstirea Sihăstria, p. 100-101)