Palabras de espiritualidad

Los peligros de nuestra insensibilidad

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

La insolencia impide la ternura, y la falta de atención se convierte en un obstáculo para Aquel que llama a nuestra puerta y nos pide un esfuerzo de presencia.

El obstáculo más grande para la vida espiritual es la insensibilidad: nos hemos petrificado tanto, nos hemos acostumbrado tanto a nuestras ásperas relaciones terrenales, que nos resulta muy difícil sentir el contacto suave, tierno, casi imperceptible, de Dios. Y, cuando lo logramos, aparece el obstáculo de la debilidad de nuestra voluntad, de nuestras dudas y especialmente el de la dispersión de nuestro espíritu: la insolencia impide la ternura, y la falta de atención se convierte en un obstáculo para Aquel que llama a nuestra puerta y nos pide un esfuerzo de presencia, porque Él se aparta de nosotros cuando siente que nos retiramos. Tendríamos que hacer ejercicios de delicadeza. Y tememos, porque ser delicado significa pasar de forma implacable por una enorme y profunda alegría, pero también por un sufrimiento grande y agudo. Tendremos que aprender a no olvidar las pruebas por las que hemos pasado, a conservar de todo lo más delicado, lo más frágil, para alimentar nuestra vida con ello, sin perder nada, con tal de darle tiempo para que se afirme, para que florezca y para que todo lo que hayamos acumulado y guardado en nosotros se alce en nuestra defensa.

(Traducido de: Mitropolitul Antonie al Surojului, Viaţa, boala, moartea, Editura Sfântul Siluan, p. 175-176)