Palabras de espiritualidad

Los peligros de ser receptivos a los elogios

  • Foto: Stefan Cojocariu

    Foto: Stefan Cojocariu

Los elogios y las lisonjas son cosas muy dañinas para el monje. Un monje que gusta de ser alabado es como un hombre que pretende atrapar su propia sombra.

Un anciano monje decía:

—¿Hay alguien que se atreva a decir que ningún monje ha sido crucificado? Acordémonos del padre S., quien durante 60 años vivió en el Santo Monte Athos y nunca más salió al mundo. 

Después, agregaba:

— Los elogios y las lisonjas son cosas muy dañinas para el monje. Un monje que gusta de ser alabado es como un hombre que pretende atrapar su propia sombra.

También decía:

—Un monje, al cumplir sus trabajos de obediencia, puede llegar a decir: “Cuando mi stárets me reprende no me ama”.  Pero si supiera que todo el tiempo está en el corazón de su padre espiritual…

(Traducido de: Arhimandritul Ioannikios, Patericul atonit, traducere de Anca Dobrin și Maria Ciobanu, Editura Bunavestire, Bacău, 2000, p. 84)

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