Los peligros del orgullo y la vanidad
A partir del ejemplo del profeta David, podemos ver que el orgullo y la vanidad son aún peores que el desenfreno y el asesinato.
«Dices que a veces te inquietan el orgullo y la vanagloria.
Ten mucho cuidado con estas pasiones. A partir del ejemplo del profeta David, podemos ver que el orgullo y la vanidad son aún peores que el desenfreno y el asesinato. Estas dos últimas pasiones llevaron al profeta a la humildad y el arrepentimiento, en tanto que las primeras lo hicieron caer, como dice en uno de sus salmos: “Yo en mi paz decía: Jamás vacilaré” (Salmos 29, 6). Sin embargo, después de caer, dijo: “Pero yo soy un gusano, no un hombre; la gente me escarnece y el pueblo me desprecia” (Salmos 21, 6)».
(Traducido de: Filocalia de la Optina, traducere de Cristea Florentina, Editura Egumenița, Galați, 2009, p. 130)