Considero que lo que hace que un matrimonio sea exitoso es que ambos esposos se amen verdaderamente, o al menos suficientemente... o algo así. Y creo que para convertise en un matrimonio verdadero, cada uno de ellos debe esforzarse en que su compañía sea agradable para el otro, siendo correcto y educado, así como otras cosas semejantes.

Al comienzo, cuando ambos empiezan a conocerse, cada uno consume muchísima energía intentando atraer la atención del otro, utilizando toda clase de gestos hacia él (o ella) para agradarle, para conocer qué es lo que le gusta. La pareja joven que mantiene ese hábito aún después de casarse, enriqueciéndolo con otras formas, demostrará, con el paso de los años, que sabe compartir la vida con sabiduría. No sólo las palabras demuestran los sentimientos; muchas veces son los pequeños gestos los que revelan la profundidad de los sentimientos. Un discreto gesto de ternura, en el momento adecuado, le transmitirá de mejor manera tu mensaje, más que con una ruidosa manifestación de tu devoción.

(Traducido de: Charlie W. Shedd, Scrisori Caterinei, Editura Bizantină, București, p. 30)