Palabras de espiritualidad

Los pilares de la virtud del monje

  • Foto: Silviu Cluci

    Foto: Silviu Cluci

Lo que tienes que hacer, pues, es dedicarte en tu celda tanto como puedas, cumpliendo también con tu canon de oraciones y tus demás obligaciones espirituales, y, al participar en los oficios litúrgicos, sigue orando sin detenerte.

«—Quiero preguntarte algo más, ante todo, conociendo tu inclinación a la lectura. ¿Lees la Santa Escritura?

—Claro que sí, padre.

—Bien hecho. Pero ¿entiendes algo de lo que lees?

—Algo entiendo, porque, como usted mismo dijo, tengo cierta cultura...

—Si entiendes algo, ¿sientes que cambia algo en tu interior cuando lees la Biblia?

—Un cierto cambio, una cierta inclinación a la humildad, sí, a veces.

—¿Quieres que te cuente cómo leo yo la Santa Escritura, a pesar de ser un inculto? Después de orar por unas 5 o 6 horas seguidas, leo la Santa Escritura, sobre todo, los cuatro Evangelios. Te confieso, como hermano mío que eres, que, haciendo esto, se me abre tanto la mente y entiendo todo con tanta claridad, que me siento sobrecogido, abrumado. Tengo que dejar el libro sobre la mesa y no puedo sino echarme a llorar por un tiempo prolongado. Te confío esto, porque has venido a preguntarme si aquí leemos. ¿Quién nos da esa iluminación, ese humilde estremecimiento? ¿No es, acaso, la oración?

—Si es así, padre, le ofrezco mi reconocimiento y mi respeto, padre. El problema es que, en nuestro monasterio, dedicamos más tiempo a los oficios litúrgicos y menos al recogimiento en la celda de cada quien.

—Créeme, no es la primera vez que alguien me dice eso. De hecho, muchos de los monjes de distintos monasterios que vienen a confesarse conmigo, me han dicho exactamente lo mismo, con las mismas palabras. Pero Dios no es injusto. Lo que tienes que hacer, pues, es dedicarte en tu celda tanto como puedas, cumpliendo también con tu canon de oraciones y tus demás obligaciones espirituales, y, al participar en los oficios litúrgicos, sigue orando sin detenerte. La Gracia de Dios abunda en los monasterios, porque tienen tantas santas reliquias, y cuando oras, multiplicas ese don en ti. Te iluminas, te haces humilde, sientes en tu interior un gozo incontenible. Si oras sin cesar, vendrá el momento en el que tu mente se abrirá y tú te regocijarás tanto con la oración y con el contenido de los oficios litúrgicos, que te sentirás admirado. Te harás, así, un verdadero teólogo. Todo esto te lo digo con responsabilidad, como tu padre espiritual. Porque todo lo que me confiesan los monjes, son cosas válidas para quienes se esmeran, y no para los indiferentes y ociosos que hacen solamente lo que se les apetece».

Al terminar, le dije al monje: “Bien, ¡ya sabes lo que tienes que hacer de ahora en adelante!”. Después, partió contento y lleno de agradecimiento. Pero, para no desalentar a quienes aman los oficios litúrgicos, les digo, partiendo de mi experiencia de padre espiritual, que los monjes que no descuidan su participación en los oficios litúrgicos, su canon de oración y las tareas de obediencia asignadas, reciben un gran amparo. Se mantienen llenos de paz y alegría.

(Traducido de: Monahul Iosif Dionisiatul, Starețul Haralambie - Dascălul rugăciunii minții, traducere și editare de Ieroschimonah Ștefan Nuțescu, Editura Evanghelismos, București, 2005, pp. 209-210)