Los santos son instrumentos de Dios
Mientras más grandes son las acciones de un santo, más se difama y más se humilla ante Dios, consciente de que son cosas que no hace él, sino Dios.
Ningún santo se ha atribuído a sí mismo los milagros realizados por medio suyo, sino a Dios. En esto consiste la diferencia entre los cristianos que obran milagros, y los yoguis de la India. ¿Por qué? Porque estos últimos realizan “prodigios” buscando ser ensalzados, en tanto que los santos cristianos saben que es nuestro Buen Dios quien obra a través de ellos. En los Hechos de los Apóstoles encontramos el contraste entre Simón el mago y el Apóstol Pedro. El primero quería hacer milagros para ser exaltado, en tanto que lo que hacía el Apóstol era para mayor gloria de Dios, atribuyéndole a Él todo.
Mientras más grandes son las acciones de un santo, más se difama y más se humilla ante Dios, consciente de que son cosas que no hace él, sino Dios. Así, teniendo a Dios en su alma, el santo sabe que es únicamente un instrumento Suyo, una herramienta de Su sobrecogedor y Todopoderoso Creador. Tomemos el ejemplo de Pablo. Está escrito: “Dios obraba milagros que no eran insignificantes a través de las manos de Pablo. Incluso los lienzos que usaba para limpiarse el sudor eran puestos sobre los enfermos, y estos sanaban”. Sin embargo, Pablo se consideraba a sí mismo el peor de todos los pecadores.
(Traducido de: Sfântul Nicolae Velimirovici, Suta de capete de la Liubostinia, Editura Sophia, București, 2009, p. 32)